En tiempos de imágenes informáticas y virtuales como en los que vivimos no valoramos suficientemente la extraordinaria capacidad artística y para el detalle que desplegaron muchos naturalistas del siglo XVIII y el siglo XIX. Entre ellos John James Audubon merece un reconocimiento especial.
Discípulo en su niñez del maestro David, decidió abandonar Francia y trasladarse a los casi recién nacidos Estados Unidos cuando Napoleón empezó con sus correrías europeas.
Allí se dedicó a la enseñanza y a realizar pequeños retratos pero entre 1827 y 1838 se volcó en la que sería su obra magna: una extensísima colección de grabados y aguatintas -435 ilustraciones- sobre pájaros americanos. La obra fue editada en Londres y se convirtió en obra de culto para todos los amantes de la ornitología.
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