Los hermanos Paul (o Pol), Herman y Jean Limbourg fueron unos iluminadores realmente extraordinarios.
Se formaron como orfebres y tallistas de madera (algo bastante habitual en la historia vital de muchos creadores de la época) y tuvieron la fortuna de trabajar para el gran mecenas francés del momento, el Duque de Berry. Aunque nacieron en los Países Bajos fueron enviados por su familia a París para completar su formación, gracias a la influencia de un tío suyo que era pintor.
Probablemente, el jefe del taller que crearon los tres hermanos fue Paul aunque resulta muy difícil distinguir su trabajo del que realizaban sus hermanos.
Sus dos grandes obras fueron, sin lugar a dudas, Les Belles Heures y Les trés Riches Heures.
Sus ilustraciones para estos libros personales de oración son asombrosamente frescas, innovadoras y detallistas. Incluyen escenas de la vida cotidiana que nos muestran como era el día a día de cortesanos y campesinos; también sucesos bíblicos inusuales y paisajes reales de una precisión y un detallismo encantador.
Son sumamente conocidos y apreciados por sus admiradores los Meses, que se encuentran dentro de Les trés Riches heures y que se muestran en su conjunto al final de este post.
Es interesante observar como innovaron el iluminismo (o iluminación, término que se usa para describir la decoración manual -escrita o pintada- de libros con motivos coloreados. Se solía usar oro y colores brillantes de tonos rojos, azules y verdes) al incorporar a la misma ideas italianas de la época (parece que uno de los hermanos viajó a Italia) como la precisión paisajística en los fondos, antes mencionada o, anticipándose al detallismo neerlandés, su peculiar forma de narrar historias cotidianas haciendo gala para ello de una fina y sutil capacidad de observación.
Hoy, aparte de su profundo valor artístico, sus obras constituyen un impagable recordatorio de un modo de vida ya muy lejano.
Probablemente, el jefe del taller que crearon los tres hermanos fue Paul aunque resulta muy difícil distinguir su trabajo del que realizaban sus hermanos.
Sus dos grandes obras fueron, sin lugar a dudas, Les Belles Heures y Les trés Riches Heures.
Sus ilustraciones para estos libros personales de oración son asombrosamente frescas, innovadoras y detallistas. Incluyen escenas de la vida cotidiana que nos muestran como era el día a día de cortesanos y campesinos; también sucesos bíblicos inusuales y paisajes reales de una precisión y un detallismo encantador.
Son sumamente conocidos y apreciados por sus admiradores los Meses, que se encuentran dentro de Les trés Riches heures y que se muestran en su conjunto al final de este post.
Es interesante observar como innovaron el iluminismo (o iluminación, término que se usa para describir la decoración manual -escrita o pintada- de libros con motivos coloreados. Se solía usar oro y colores brillantes de tonos rojos, azules y verdes) al incorporar a la misma ideas italianas de la época (parece que uno de los hermanos viajó a Italia) como la precisión paisajística en los fondos, antes mencionada o, anticipándose al detallismo neerlandés, su peculiar forma de narrar historias cotidianas haciendo gala para ello de una fina y sutil capacidad de observación.
Hoy, aparte de su profundo valor artístico, sus obras constituyen un impagable recordatorio de un modo de vida ya muy lejano.
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