Edmund Dulac fue un ilustrador francés que conjugó las delicadezas modernistas con las ensoñaciones orientalistas.
La mayor parte de su trabajo consistió en dotar a cuentos e historias (incluidas algunas obras shakesperianas) de un imaginario de gran belleza estética y que fue muy bien recibido entre sus coetáneos ( y muy imitado, por cierto).
En sus dibujos y grabados nos ofrecía un Oriente idealizado, lleno de bellas mujeres, arquitecturas exóticas y gallardos aventureros o príncipes que vivían en un mundo paradisiaco, toda una parafernalia que ayudaba a los lectores a alejarse de las durezas y miserias de los desarrollos industriales incontrolados y permitía hacer vagar a la imaginación por mundos mucho más sugerentes. Muy lejos, desde luego, de la imagen de hoy en día en la que parece que lo único que llega de Oriente son terroristas, odios y sufrimientos o masas de personas huyendo de dirigentes incapaces o de guerras turbias.
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